viernes, 17 de diciembre de 2010

Cancún y el plan B del Yasuní


La iniciativa Yasuní, tal y como fue concebida por la sociedad, proponía no sacar el crudo del Yasuní desde una propuesta con tres pilares: a nivel local era una señal de protección a los pueblos indígenas y de reconocimiento de su papel en la conservación de la naturaleza y de la biodiversidad; a nivel nacional era una crítica al extractivismo y un primer paso hacia un Ecuador post petrolero; y a nivel internacional una agenda basada en los principios de justicia climática.

Cuando el Presidente de la República asumió la propuesta de no explotación del crudo, creó la doble figura del Plan A y el Plan B y los puso a competir.

El Plan A promovía la no explotación del crudo a cambio de una compensación, cuya legitimidad estaba en demostrar que Ecuador, al abstenerse de explotar su crudo, contribuía a evitar la crisis climática, conservaba la biodiversidad y planteaba un nuevo mecanismo de financiamiento para enfrentar esta crisis a nivel internacional... ya que los existentes no estaban teniendo resultados.

El Plan B promovía la explotación del crudo, y para esto, no solo era necesario construir la infraestructura petrolera que daría las condiciones para la explotación, sino que era necesario tener una posición "B" en los diferentes escenarios de la propuesta Yasuní (local, nacional e internacional).

Si bien el Plan A se ha mantenido vigente, el plan B gana terreno en todos esos escenarios.

A nivel local en lugar del reconocimiento a movimientos indígenas, hay más de 100 casos de criminalización de la protesta social por la defensa de la naturaleza. A nivel nacional hay un refuerzo de las políticas extractivas, que incluyen la ampliación de la frontera petrolera, tumbando la autoridad que suponía nuestra condición de presentarnos como país en camino a la transición pos petrolera. A nivel internacional, se apoyan los "negocios del clima", echando al traste el argumento de que el Yasuní permitía superar lo que Kyoto no pudo hacer con "justicia climática".

En Cancún, Ecuador se distanció de Bolivia que proponía obligaciones vinculantes en relación a la crisis climática y evitar nuevos mecanismos de colonización y control de territorios, como son los impulsados con los proyectos Redd.

Redd, por más que quieran adornarlo con declaraciones de salvaguardas, responde a la agenda de los países industrializados, para quienes es mejor negocio invertir en proyectos que les otorguen créditos de carbono y ganar en control de territorios estratégicos, que reconocer su deuda ecológica y la justicia climática.

La posición ecuatoriana en Cancún estuvo marcada por la clásica competencia del Plan A y el B jugando en el mismo terreno. Presentaciones, entrevistas, stand sobre la inciativa Yasuní, (plan A) y negociaciones de apoyo a las propuestas de redd (plan B).

Lo sucedido en Alemania ilustra el efecto de andar con dos planes. ¿Por qué darían los alemanes dinero para el Yasuní, si el mismo gobierno, les propone y negocia proyectos que les permitirían el buen negocio de los proyectos redd?. Era de esperarse que los alemanes prefieran hablar de negocios que de justicia climática, y que terminaran planteando entregar su contribución a los proyectos socio bosques (contraparte nacional de redd).

Si las contribuciones no se consolidan, es por esta absurda manera de tener siempre dos discursos opuestos.

mifuturoyasuni@amazoniaporlavida.org