jueves, 20 de mayo de 2010

Nuestra sed de petróleo...




En la Amazonía ecuatoriana nuestra sed de petróleo ha desatado un desastre ecológico: alarmante polución y catastróficas tasas de cáncer. Y una sangrienta batalla por territorio se ha desatado: Ecuador lleva un plan de supervivencia a la Conferencia Mundial del Clima en Copenhague. Pero lo escucharan los gobiernos del mundo occidental?

La lluvia torrencial ha lavado la sangre en el lugar donde una familia murió lanceada. Pero los recuerdos de lo que sucedió en el pasado verano están aún frescos en las mentes de quienes viven y trabajan aquí.

En un principio, el guardia de seguridad al interior del perímetro cercado del campo de exploración petrolera esta nervioso y nos advierte para que mantengamos una distancia prudente al acercarnos. La noche empieza a caer y está solo en su tarea de vigilancia. Sin embargo y poco a poco, va abriéndose ante nosotros para describir como, en una mañana de Agosto, una niña de 12 años llegó corriendo, con dos lanzas de aproximadamente 10 metros de largo atravesadas en su cuerpo y alertó del ataque suscitado. Luego se desvaneció y murió.

A una corta distancia, en un pequeño sendero de tierra que se esconde de nuestra vista por el denso follaje, los cuerpos de su madre y hermano de 17 años fueron encontrados por trabajadores petroleros. Estaban atravesados por más de una docena de lanzas similares. Su hermano, un bebè, había sido secuestrado. Antes de morir, la niña dio una descripción de los atacantes: estaban casi totalmente desnudos.

Por la forma de las lanzas y por el color de las plumas que estas portaban, se dedujo que pertenecían a una de las últimas tribus no contactadas del mundo: los Taromenane.

A lo largo de su historia, esta tribu nunca ha tenido un contacto pacífico con el mundo exterior, y escogieron vivir aislados de la civilización, en esta área de belleza sobrecogedora en las cabeceras altas de los ríos amazónicos. Supuestamente son un pueblo protegido, pero están peleando por su supervivencia y por su tierra ancestral. Es una lucha con sorprendentes implicaciones para todos nosotros.

Sandra Zavala, su hijo Byron e su hija Damaris fueron blanco fácil, seguían a un grupo de hombres con machetes que limpiaban de vegetación un sendero en la selva. La exploración de petróleo e el bosque tropical ha promovido la tala ilegal y colonización de tierras por parte de colones pobres que suelen tener enfrentamientos que han cobrado vidas inocentes. Sandra, de 35 años, y sus hijos fueron solo las últimas victimas en una terrible Guerra territorial desatada por nuestra sed de petróleo.

Cerca a la frontera de Ecuador con Colombia y Perú, esta gran franja de territorio –cuya mayor parte está dentro del Parque Nacional Yasuní, está también al frente de otra batalla global. El Yasuní alberga una vasto despliegue de flora y fauna, únicas en el mundo. Tiene la más grande concentración de especies de árboles por hectárea en el mundo (una hectárea en el Yasuní equivale a todas las especies de Amèrica del Norte), con ejemplares de monos en peligro d extinción, pumas, jaguares y el 44% de toda la población de aves de la Amazonía. Sin embargo, debajo de la superficie, una inmensa riqueza de otro tipo se guarda: 850 millones de barriles de petróleo.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa está promoviendo una iniciativa que describe como ¨no solo simple pero audaz y revolucionaria¨. En los meses previos a la Cumbre de Copenhagen, él y su equipo han viajado a diversos países para pedir apoyo a este esquema que dejará 850 millones de barriles de crudo en la sección este del Parque nacional Yasuní, sin explotar, bajo tierra.

A cambio por no explotar este petróleo, están solicitando a la comunidad internacional pagar al Ecuador 350 millones de dólares anuales durante los próximos 10 años, para así compensar el ingreso que el Ecuador dejará de obtener. El plan de Correa está diseñado para preservar lo que queda de este lugar único, territorio de tribus no contactadas y también para prevenir emisiones de dióxido de carbono causadas por la extracción y quema del petróleo, una cantidad estimada en 410 millones de toneladas métricas de CO2

Mientras tanto, en Yasuní, la batalla sube de tono por el control de los recursos. Exploración y producción de petróleo se llevan a cabo en algunas porciones de territorio, incluyendo en uno muy cerca al corazón del parque. Este, es operado por el conglomerado español Repsol y dos en el sector noroeste son operados por la compañía china Petro Oriental, que pera la estación cerca a la cual la familia Zavala fue lanceada. La familia venía de una pequeña comunidad de colonos, Los Reyes, que se formó cerca de los pozos petroleros.

Los Taromenane han matado colonos y taladores ilegales de madera en otros incidentes pasados, en retaliación por ataques a su población. En el 2003, 26 mujeres y niños Taromenane fueron asesinados. Sus atacantes nunca fueron detenidos pero se piensa que eran Waoranis, otro grupo de indígenas, de mayor número, muchos de los cuales trabajan para compañías petroleras.
En un esfuerzo para proteger el territorio de estos pueblos indígenas, la mitad sur del Yasuní y una área adicional fueron delimitadas hace dos años como zona intangible, para garantizar a las tribus su derecho a vivir sin disturbios como como cazadores nómadas. Pero los Taromenane no tienen una forma de saber que esa zona existe, y peor cuáles son sus límites. Ellos solo saben que su tierra ancestral está amenazada. Aquellos que atacaron a la familia Zavala pocos kilómetros tras la frontera en esa zona, no mantuvieron en su poder al bebè secuestrado. Regresaron al área del ataque dos días después y dejaron al bebè bajo un tronco de árbol cerca a donde su madre murió. Fue hallado rápidamente, con signos de deshidratación pero a salvo.

De acuerdo a la política oficial de no forzar contacto con los Taromenane, ninguna acción fue tomada tras la matanza. En el pasado, pueblos indígenas han sido diezmados por enfermedades portadas por quienes viven en el mundo exterior. No queremos poner a estas tribus en una caja de cristal y conservarlos para la eternidad, dice un funcionario del Ministerio de Ambiente, Eduardo Pichilingue. Queremos dejar a su propia decisión la de contactarse con la civilización, cuándo y cómo hacerlo. Ellos tienen el derecho.

En lugar de castigar a la tribu, el gobierno pidió que la estación de perforación Hormiguero Sur deje de operar. Pero mientras estamos frente al guardia de seguridad, dos meses más tarde, esforzándonos para que nuestra voz sea escuchada con el fondo del ruido del generador que bombea petróleo, queda claro que el pedido gubernamental ha sido ignorado. Nuestros intentos para entrevistar a los ejecutivos de Petro Oriental en una oficina cercana son recibidos con indiferencia.

“No podemos comentar,” dijo Luis Gómez, director de relaciones comunitarias. “Todo lo que puedo decir es que nosotros somos culpabilizados de todo lo malo que sucede en los alrededores. Es nuestra culpa hasta cuando una mujer deja a su marido¨. Se ríe, antes de acompañarnos hacia afuera del complejo.

El ruido generado resulta moderado comparado con el que produce la compañía española Repsol que tiene operaciones de perforación cerca al corazón del Yasuní. Además de las explosivas tensiones como las que llevaron a la muerte de la familia Zavala, Repsol ha sido recientemente acusada de causar algunos de los peores daños ambientales en esta parte de la selva amazónica, con algunos enormes derrames de petróleo. De acuerdo a la rama española de Greenpeace, Repsol derramó 14.000 barriles de petróleo crudo en Febrero del 2009. Esto causó una enorme polución y los activistas ambientales solicitaron que todas las concesiones entregadas a Repsol en la amazonía fueran revertidas. Repsol no quiso comentar al respecto.

Tratar más
Se nos había concedido permiso por parte de Repsol para visitar una estación científica que la opera la Universidad San Francisco de Quito en su área de concesión. Desde ahí planeábamos viajar hacia algunas comunidades que habían sido afectadas por los derrames.

Pero cuando arribamos en la lancha a motor al primer puesto de control de Repsol, encontramos un letrero que advertía a los empleados y había sido colocado en una de las verjas: “Es su responsabilidad el mantener estricto secreto respecto a su trabajo. ¨ Mientras nuestro fotógrafo empieza a tomar fotografías los guardias de seguridad con ametralladoras le advierten para que deje de hacerlo.

En la estación científica el impasse: Repsol se retracta en su oferta de cooperación y dice que no tiene a nadie para que nos acompañe a las comunidades indígenas. Temiendo repercusiones de la compañía petrolera que controla todos los caminos de acceso hacia y desde la estación científica operada por la Universidad, el staff académico allí se torna ansioso y se resiste a hablar. Desechan una oferta de proveer una camioneta para visitar comunidades indígenas a varias horas de distancia y parecen deseos de que nos marchemos.

Clara evidencia de una destrucción de largo plazo causada por la actividad petrolera en el bosque amazónico ecuatoriano está a menos de 200 kilómetros al noroeste del Yasuní. En sectores del bosque húmedo tropical que no han sido tocados por la búsqueda de petróleo, el canto de extrañas aves y el sonido de monos, llena el ambiente. Pero cerca a las instalaciones petroleras, el único signo de vida Silvestre es el vuelo circular de los gallinazos sobre las emisiones de gas quemado que emite un terrible olor.

La gente que vive en el área entre las ciudades petroleras de Coca y lago Agrio que crecen aceleradamente desde 1960, tienen una escalofriante percepción de lo que otros afrontarán a menos que se detenga la perforación petrolera. Aquí, en una región llamada el Chernobyl de la Selva, décadas de operación por la corporación norteamericana Texaco, absorbida en el 2001 por la Corporación Chevron, provocaron una contaminación toxica alrededor de miles de kilómetros. Comunidades locales sufren tasas catastróficas de cáncer y otras enfermedades, lo cual desató una histórica batalla legal que reclama una indemnización, de 27 mil millones de dólares. Si la demanda ecuatoriana tiene éxito, se habrá hecho historia legal con la Mass grande indemnización por daños ambientales jamás establecida.

Pocos kilómetros al este de Coca está la población de San Carlos. La mayoría de quienes aquí habitan llegaron al área en los años 70 para cultivar la tierra que había dejado de ser selva en los inicios de la exploración petrolera. Aquí queda poco bosque nativo y pocos cultivos productivos. La mayoría de la tierra en esta región que se extiende hacia el norte a la frontera con Colombia fue hace tiempo contaminada con millones de galones de desechos tóxicos, gas y petróleo crudo desechado sin tratamiento alguno hacia el entorno natural. La mayoría de los habitantes han dependido durante décadas de agua proveniente de ríos y arroyos contaminados. Las tasas de cáncer de todo tipo son cuatro veces Mass altas que en áreas donde no hay explotación petrolera. La incidencia de otros males como enfermedades de la piel y los huesos, problemas respiratorios y digestivos y abortos espontáneos es también altísima.

Beatrice Mainaguez muestra una fotografía de su hermana menor María, quien murió de cáncer uterino hace tres años a los 35 años de edad. Ella habla del dolor agudo de verla enflaquecer y enflaquecer hasta morir. María, madre de cinco vivía en San Carlos desde su niñez. Su familia utilizaba el agua para beber de una fuente natural contaminada por petróleo.

A poca distancia, Orlando Molina abraza a sus hijas Sofía de 15 y Yuri de 17 quienes se sonrojan cuando les pide subirse la basta de sus pantalones para mostrarme las deformaciones en sus huesos que ambas padecen.

Orlando dice que los médicos le informaron que las deformidades pudieron haber sido causadas por la leche materna carente de nutrientes ya que ella bebió agua contaminada por los pozos de Texaco. Su familia ampliada vivía en una finca productora de café a pocos cientos de metros de un pozo de Texaco en los extramuros de San Carlos, el mismo que pasó a cargo de la empresa estatal Petroecuador. Sus padres murieron de cáncer estomacal, su hermana de cáncer de seno y un hermano de cáncer de próstata.

Orlando ya gastó la mayoría de los 4.500 dólares que recibió de Petroecuador, en tratamientos para enderezar las piernas de sus hijas. Con los 1.200 que le quedaron construyó una cabaña de madera de dos dormitorios donde vive ahora con su familia de seis miembros.

“El sesenta y cinco por ciento de la población de los alrededores está sufriendo de problemas respiratorios y gástricos, enfermedades de la piel y otros males¨, dice Rosa Moreno, una enfermera que ha trabajado en el área de San Carlos durante 25 años. ¨No tenemos médicos especialistas que puedan diagnosticar apropiadamente o analizar las causas. Pero para cualquiera que vive alrededores de aquí resulta obvio que los problemas son relacionados a la contaminación producida por las compañías petroleras.

Al caminar a cualquier lugar cercano a estas piscinas de desechos y es fácil hundirse hasta el tobillo en brea.
Algunos pedazos de tierra que parecen verdes guardan en el subsuelo piscinas de residuos negros.

El año pasado (2008) un equipo de ingenieros, médicos y biólogos entregaron un reporte ordenado por la Corte, que concluyo que Texaco había contaminado arroyos y agua para beber en un área de alrededor de 2.000 kilómetros cuadrados, y causado 2.091 casos de cáncer que produjeron 1.401 muertes entre 1985 y 1998. Los abogados de Chevron dicen que los problemas de salud en el área son causados por la pobreza y pobres condiciones sanitarias.

Enfrentados con la posibilidad de peder la batalla legal y debiendo asumir enormes compensaciones, la compañía ha argumentado ante la corte internacional de arbitraje en La Haya que han sido injustas las demandas contra las compañías petroleras en Ecuador. El desenlace es todavía incierto: el juez en Ecuador no se pronunciaría hasta el 2010.



Hasta el momento, solamente Alemania ha realizado una oferta concreta para apoyar el plan de Correa para no explotar el bloque ITT, ofreciendo donar 50 millones dólares por año durante la siguiente década –con la condición de que se constituya un fondo fiduciario internacional en el que los países donantes puedan realizar sus aportes. Todos los países donantes recibirán Certificados de Garantía Yasuní CGY – que garantizarán que sus contribuciones serán devueltas con intereses si es que Ecuador decide explotar las reservas petroleras protegidas. España, Francia e Italia también han expresado interés.

Correa ha dejado claro que si no recibe el respaldo de la comunidad internacional para la Iniciativa Yasuní ITT, estará obligado a permitir la explotación de petróleo. “El cambio climático ha sido causado principalmente por los países ricos¨, ha dicho, ÿ ellos tienen que hacerse responsables por eso. Lo que estamos proponiendo es una forma constructiva para corregir el imbalance y evitar contaminación futura¨.

Toda la región amazónica es el más grande pulmón que tiene el planeta. Sus árboles y plantas producen un quinto del oxigeno de la Tierra y absorben tanto CO” cada año como el que se crea por la quema de combustibles fósiles en todo Estados Unidos.
Preservar el entorno natural en esta área es un elemento clave en la lucha contra el calentamiento global.

El derramamiento de sangre entre pobladores locales debe terminar: la familia Zavala fue inocentemente aniquilada por la sed de petróleo.

Pero está alguien escuchando?

Fuente: http://www.yasuni-itt.gov.ec/noticias.asp?language=spanish&id_noticia=47

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